En esta etapa, el niño y la niña
reconocen su identidad sexual. Entre los 3 y 6 años, construyen su
autoconcepto, vinculado a distintos aspectos del yo, principalmente en términos
positivos. Son más independientes y seguros de sí mismos y de sí mismas.
La colaboración y la disposición para compartir se
vuelven más comunes; con esto el niño y la niña buscan conseguir reconocimiento
y evitar la desaprobación. Han desarrollado la capacidad de identificar las
emociones y los sentimientos de los y las demás, y muestran actitudes de
protección ante los más pequeños. En esta etapa, colaboran y asumen
responsabilidades en los espacios en que se desenvuelven.
Cerca de los 4 años, se inicia la
autorregulación, así como la comprensión y uso de las reglas, siendo capaz de aplicar este
concepto a situaciones sociales variadas. Disfruta el juego de roles y al jugar prefiere hacerlo en equipo o
coordinado con otros y otras, estableciendo reglas
y normas. Para esta etapa, el niño y la niña eligen amigos, amigas, compañeros y compañeras sobre la base de la proximidad y de
su mismo sexo.
Las diferencias individuales en el
desarrollo motor son obvias en esta etapa. Los factores genéticos, la socialización y el
entorno familiar también juegan un rol en estas diferencias. Otros factores como la nutrición pueden afectar el desarrollo
intelectual y motor. El conocimiento de su
esquema corporal aumenta. El niño y la niña identifican todas las partes externas de su cuerpo y sus funciones. Muestran
interés por conocer algunas partes internas, identificando
similitudes y diferencias con las demás personas.
En esta etapa alcanzan la
coordinación bilateral, es decir, de ambos lados de su cuerpo, adquiriendo cada vez mayor dominio:
corren y dan medio giro, muestran mayor fortaleza al saltar con los pies juntos, caminan sobre líneas dibujadas
en el piso sin salirse de ellas. Tienen mayor
habilidad en la motricidad, pueden atarse los cordones de sus zapatos y abotonarse la camisa sin dificultad. Recortan formas y figuras
utilizando las tijeras. Sus trazos son más
precisos y finos, inclusive pueden copiar y trazar palabras, textos, figuras,
entre otros. Aprenden a manipular objetos con destreza.
Las capacidades manuales adquiridas en esta etapa
les permiten un desempeño eficiente en las subsiguientes.
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